¡Queridas! Venimos a hablaros de la mujer a la que tenemos que agradecerle muchas de las cosas que os contamos sobre el té verde cuando venís a vernos. Con ella no sólo os hablamos de una mujer relacionada con el mundo del té, sino de una maravillosa científica.
Michiyo Tsujimura (1888, Okegawa, Prefectura de Saitama, Japón - 1969, Toyohashi, Prefectura de Aichi, Japón) fue científica agrícola, bioquímica y profesora.
En una época en la que no se admitía a mujeres en la universidad, se formó en la Escuela Superior de Mujeres de Tokio, asistiendo a la División de Ciencias Bioquímicas.
En 1932, se convirtió en la primera mujer en Japón en obtener un doctorado en agricultura con su tesis sobre los componentes químicos del té verde.
Durante su época en la Escuela para Mujeres, Michiyo se encontró con otras que estaban abriendo camino y que la inspiraron, entre ellas Kono Yasui, la primera física nuclear en Japón, que también se doctoró en ciencias (1943).
La carrera de Tsujimura se puso en marcha cuando se incorporó a la Universidad de Hokkaidō como asistente de laboratorio, aunque, como no se admitía a mujeres, lo hizo trabajando de manera no remunerada. Allí fue ganando reconocimiento, y tendió puentes hasta llegar a Riken, el enorme y reputado instituto de investigación de Ciencias Naturales de Japón, donde se toparía con su verdadero interés al incorporarse al laboratorio en el que se estudiaba química y nutrición en el ámbito de la agricultura.
A Michiyo le fascinó sobre todo el té verde que, a pesar de ser tan popular en Japón, China y otros países de Asia, no había sido muy estudiado todavía.
En 1924 descubrió la fuerte presencia de vitamina C en las hojas con las que se preparaba la infusión; este hallazgo atrajo el interés en el producto por parte de Occidente, aumentando la exportación principalmente a América del Norte.
En 1929 logró aislar y extraer la catequina, un poderoso antioxidante natural que, entre otras cosas, ayuda a prevenir el daño celular. Al año siguiente, Tsujimura logró extraerla en forma de cristales, y lo mismo hizo con el tanino, otro componente antioxidante del té verde. (Más tarde patentaría su método para extraer cristales de vitamina C de las plantas).
Y así siguió desentrañando los mágicos secretos de esta poción.
Gracias a su curiosidad, a su increíble capacidad de desmenuzar las hojas, a su paciencia, a su dedicación, empeño, determinación, trabajo y esfuerzo, descubrió que el té verde tenía elementos medicinales y beneficiosos para la salud.
En 1956, le otorgaron el Premio de Ciencia Agrícola de Japón por su investigación sobre nuestro amado té verde.
Gracias a ella, a pesar de todos los obstáculos con los que se encontró en un sistema profundamente patriarcal, conocemos los poderes de una de nuestras bebidas estrella, una de las bebidas más antiguas del mundo.
Manteneos curiosas, indagad, haced preguntas y defended vuestro sitio.
Y acordaos de Michiyo cuando estéis disfrutando de un delicioso té verde💚🌱💜
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